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La estación espacial de China en Neuquén está situada dentro de 200 hectáreas en la localidad Bajada del Agrio

China y su avance militar estratégico en Argentina

R. Evan Ellis
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El componente militar en el compromiso internacional de la República Popular de China ha procedido con cautela durante mucho tiempo, en apoyo del compromiso económico liderado por las empresas estatales con sede en la República Popular China. Algunos han anticipado el inminente establecimiento de una base por parte del Ejército Popular de Liberación (EPL) en Panamá, desde que la empresa china Hutchison Whampoa ganó concesiones para operar dos puertos allí en 1999, o en El Salvador, desde el anuncio de los planes chinos para un megaproyecto en La Unión.

En el contexto de la dependencia de China de potencias establecidas como Estados Unidos y la Unión Europea, para el acceso a los mercados y la tecnología que son vitales para su ascenso, la República Popular China ha evitado en general el paso provocador de establecer alianzas y bases militares formales, particularmente en regiones del mundo como el hemisferio occidental, donde Estados Unidos es particularmente sensible a la presencia de China, y donde el EPL aún no tiene la capacidad de proyección de poder para defender efectivamente tales bases. No obstante, en sus Libros Blancos de 2015 y 2019 sobre la estrategia de defensa china, el EPL reconoce explícitamente la importancia del compromiso militar global en apoyo de la creciente presencia comercial de China en todo el mundo. La realización de operaciones de contrapiratería por parte de la Armada del EPL frente a las costas de África desde 2009, y el establecimiento en 2017 de una base militar en Djibouti, estratégicamente ubicada en las proximidades del Canal de Suez, destaca la tendencia del ejército chino por expandir sus fuerzas armadas en el extranjero y otra presencia estratégica a medida que sus necesidades y capacidades para defenderla crezcan. El establecimiento por parte de la República Popular China de una instalación de comunicaciones espaciales en Neuquén, Argentina, inaugurada en 2017 y operada por personal militar, en apoyo de la comunicación con sus actividades espaciales, ilustra además que la República Popular China construirá con cautela instalaciones militares en suelo extranjero cuando las necesidades estratégicas lo requieran.

El interés actual de China en construir y posiblemente operar una «base logística» antártica en Ushuaia, en el extremo sur de Argentina, genera preocupaciones porque es muy consistente con la lógica y el patrón del avance del EPL en la expansión de su alcance estratégico global. El proyecto de distintas fases costaría USD300 millones de dólares, y en principio podría ser financiado por China, aunque como señaló el entonces jefe del Comando Sur de los Estados Unidos Almirante Craig Faller al visitar el área, la pregunta no era solo quién lo financia, sino quién lo opera.

En términos comerciales, la flota pesquera de aguas profundas de China, mantiene una presencia regular en las aguas cercanas del Atlántico Sur, y a veces dentro de la Zona Económica Exclusiva de Argentina. Con respecto al petróleo y los minerales, aunque China ha sido técnicamente signataria desde 1983 del Tratado Antártico de 1959 que prohíbe reclamos territoriales en el continente, y como consecuencia, su explotación comercial, el tratado se vuelve modificable en 2048. De hecho, en octubre de 2021, en la reunión del G20 en Roma, los Ministros de Relaciones Exteriores de Argentina y China firmaron un acuerdo de cooperación para la explotación de la región antártica y los océanos circundantes.

En términos militares, la República Popular China ha mostrado un interés creciente en la Antártida en los últimos años. La República Popular China ha tenido presencia en la Antártida desde 1984, y en la actualidad mantiene allí cuatro bases de investigación, incluida una en el área correspondiente al reclamo histórico de Argentina. En 2013, un grupo de trabajo naval chino que incluía dos fragatas de misiles de la Armada del EPL viajó a la región, que incluyó la realización de ejercicios militares con Chile, antes de pasar por las difíciles aguas del Estrecho de Magallanes, y luego realizar escalas en puertos tanto en Argentina como en Brasil. El rompehielos Xue Long II de la Armada del EPL realizó su primer viaje a la Antártida en noviembre de 2019. La Armada del EPL también ha estado en conversaciones con Chile para acceder a Punta Arenas para apoyar el reabastecimiento de sus bases antárticas desde allí.

La construcción y operación de una base logística polar en Ushuaia se ajusta al patrón de la Armada del EPL para expandir su presencia global de múltiples maneras. En primer lugar, una base de este tipo respaldaría el acceso de la República Popular China en un área en la que este país quiere estar. Al igual que con la base de China en Djibouti, el establecimiento de una instalación aparentemente comercial en el extremo sur de Argentina le daría al EPL una negación plausible de sus intenciones militares. También el impacto en los Estados Unidos se limitaría por su distancia de Estados Unidos, y tendría la ventaja de realizarse en un área donde China ya tiene una presencia comercial y estratégica significativa, como mencionado anteriormente.

Por el momento, el gobierno de Argentina ha intentado dar garantías de que no está avanzando con una base controlada por China en Ushuaia, pero las implicaciones estratégicas de tal presencia no deben tomarse a la ligera. Desde un punto de vista estratégico, la perspectiva de que la República Popular China controle el tránsito del Atlántico al Pacífico a través del Estrecho de Magallanes o el Paso Drake en tiempo de conflicto sería importante, particularmente si la República Popular China pudiera cerrar el Canal de Panamá en el contexto de una guerra como la potencialmente desatada por su intento de incorporar por la fuerza Taiwán a China.

Desde el punto de vista británico, tal presencia de la República Popular China se sumaría a la amenaza que representa Argentina para las islas Falkland / Malvinas, ya aumentada por la adquisición programada por Argentina de aviones de combate chinos FC-1.

La aparente pausa en la incorporación de China por parte de Argentina a la base planeada en Ushuaia, no representa el fin de la amenaza estratégica, mientras continúen creciendo las capacidades de proyección de poder naval del EPL, y mientras el gobierno argentino continúe cada vez más vinculado a la República Popular China en términos comerciales, financieros y políticos. El área conocida a veces como el «fin del mundo», puede estar muy lejos de Washington, pero mucho más cerca en términos del impacto para Estados Unidos y la región por las decisiones tomadas allí con respecto a China y el EPL.

R. Evan Ellis es profesor e investigador sobre América Latina en el U.S. Army War College Strategic Studies Institute. Las opiniones aquí presentadas son estrictamente suyas.


COLUMN ON GEOPOLITICS AND GEOSTRATEGY. NOVEMBER 1, 2021

China’s Strategic Military Advance in Argentina

By R. Evan Ellis

The military component of international engagement by the People’s Republic of China has long proceeded cautiously, in support of the economic engagement led by PRC-based SOEs. Some have anticipated the imminent establishment of a base by the People’s Liberation Army (PLA) in Panama since the Chinese firm Hutchison Whampoa won concessions to operate two ports there in 1999, or in El Salvador, since the announcement of Chinese plans for a megaproject at La Union.

In the context of China’s dependence on established powers such as the US and the European Union for the access to markets and technology vital to its rise, the PRC has generally avoided the provocative step of establishing formal military alliances and bases, particularly in parts of the world such as the Western Hemisphere where the US is particularly sensitive to China’s presence, and where the PLA does not yet have the power projection capability to effectively defend such bases. Nonetheless, in its 2015 and 2019 Chinese Defense Strategy White Papers, the PLA explicitly acknowledges the importance of global military engagement in support of China’s growing commercial presence across the world. The conduct of counterpiracy operations by the PLA Navy off the coast of Africa since 2009, and the 2017 establishment of a military base in Djibouti, strategically positioned in proximity to the Suez Canal, highlights the Chinese military’s tendency to expand its overseas military and other strategic presence as its needs for, and capabilities to defend it grow. The PRC establishment of a space communication facility in Neuquén, Argentina, opened in 2017 and operated by military personnel, in support of communication with its beyond-earth space activities, further illustrates that the PRC will cautiously construct military facilities on foreign soil when strategic needs dictate.

China’s current interest in building and possibly operating an Antarctic “logistics base” in Ushuaia, at the tip of Argentina, raises concerns because it is strongly consistent with the logic and pattern of the PLA’s advance in expanding its global strategic reach. The $300 million, multi-phase project could, in principle, be financed by China, although as noted by then head of US Southern Command ADML Craig Faller when visiting the area, the question was not only who finances it, but who operates it.

In commercial terms, China’s deepwater fishing fleet maintains a regular presence in the proximate waters of the South Atlantic near, and sometimes inside Argentina’s Exclusive Economic Zone. With respect to petroleum and minerals, although China has technically been a signatory since 1983 to the 1959 Antarctic Treaty banning territorial claims and associated commercial exploitation of the continent, the treaty becomes modifiable in 2048. Indeed, in October 2021, at the G20 meeting in Rome, Argentina and China’s Foreign Ministers signed an agreement on cooperation in exploitation of the Antarctic region and its surrounding oceans.

In military terms, the PRC has shown increasing interest in Antarctica in recent years. The PRC has had a presence in Antarctica since 1984, presently maintaining four research bases there, including one in the area corresponding to Argentina’s historic claim. In 2013, a Chinese naval task force including two PLA Navy Missile Frigates traveled to the region, including conducting military exercises with Chile, before passing through the difficult waters of the Straits of Magellan, then conducting port calls in both Argentina and Brazil. The PLA Navy icebreaker Xue Long II made its first trip to Antarctica in November 2019. The PLA Navy has also been in talks with Chile for access to Punta Arenas to support the resupply of its Arctic bases from there.

Construction and operation of a polar logistics base in Ushuaia fits the PLA Navy pattern for expanding its global presence in multiple ways. First, such a base would support PRC access in an area that the PRC wants to be in. As with China’s base in Djibouti, establishing an ostensibly commercial facility at the southern tip of Argentina would give the PLA both plausible deniability and some distance from the United States, in an area where China already has a significant commercial and strategic presence, as noted previously.

For the time being, Argentina’s government has attempted to provide reassurances that it is not moving forward with a Chinese controlled base in Ushuaia, yet the strategic implications of such a presence should not be taken lightly. From a strategic standpoint, the prospect of PRC control of the transit from the Atlantic to the Pacific through the Straights of Magellan or the Drake Passage in time of conflict would be significant, particularly if the PRC were able to shut down the Panama Canal in the context of a war such as that potentially unleashed by a PRC attempt to forcibly incorporate Taiwan into China.

From a British standpoint, such a PRC presence would add to the threat posed by Argentina to Falkland/Malvinas islands, already heightened by Argentina’s programmed acquisition of Chinese FC-1 combat aircraft.

The apparent pause in Argentina’s incorporation of China into the planned base in Ushuaia does not represent the end to the strategic threat, so long as PLA Naval power projection capabilities continue to grow, and while the government in Buenos Aires continues to be increasingly tied to the PRC in commercial, financial and political terms. The area sometimes known as the “end of the world” may be far in distance from Washington, but far closer in terms of the impact on the US and the region of decisions taken there regarding China and the PLA.

R. Evan Ellis is Latin America Research Professor with the U.S. Army War College Strategic Studies Institute. The views presented herein are strictly his own.