
La “neutralidad activa” de Perú: entre la identidad democrática occidental y las tentaciones del dinero chino
Este documento analiza la “neutralidad activa” de Perú frente a China: una estrategia que busca conciliar la identidad democrática occidental del país—y su relación histórica con Estados Unidos—con las oportunidades económicas que ofrece la República Popular China (RPC). A partir de entrevistas y trabajo de campo reciente, el texto examina cómo esa postura se traduce en decisiones concretas en sectores clave: minería y energía, puertos y ferrocarriles, telecomunicaciones y seguridad. El puerto de Chancay—operado por COSCO—funciona como emblema de la promesa de crecimiento y, a la vez, de los dilemas sobre soberanía regulatoria, competencia leal y distribución de beneficios.
El estudio muestra que el patrón comercial sigue concentrado en materias primas y bajo valor agregado, con empresas chinas que ocupan posiciones dominantes en minería y petróleo. En infraestructura eléctrica y digital, adquisiciones y contratos han ampliado la huella de compañías chinas en Lima y en regiones estratégicas, mientras que la expansión de proveedores de vigilancia, escaneo y movilidad plantea preguntas sobre datos sensibles y gobernanza tecnológica. El análisis incluye, además, la dimensión de “poder blando”: becas, Institutos Confucio, acuerdos de contenidos con medios y giras para autoridades y periodistas.
Con miras a las elecciones de abril de 2026, el documento argumenta que el éxito de la neutralidad activa dependerá de cuatro pilares: transparencia, instituciones competentes, Estado de derecho y planeación estratégica. La premisa central es sencilla: los proyectos deben crear valor duradero para el Perú, no privilegios asimétricos para las empresas que los ejecutan. Finalmente, se sugieren vías de cooperación con socios democráticos para fortalecer capacidades regulatorias, tecnológicas y de seguridad sin renunciar a oportunidades económicas.